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LA NECESIDAD DE CONTROL
- noviembre 27, 2023
- Publicado por: Rubén Fernández
- Categoría: Sin categorizar
Si tuviera que seleccionar una tendencia generalizada motivo de altos niveles de estrés cerebral, es sin duda alguna la necesidad de control. Junto a la impaciencia y los patrones mentales insistentes forman un cóctel explosivo causante de más de un dolor de cabeza.
Querer controlar es sin duda alguna una estrategia muy común para intentar evitar estados internos desagradables. Por ejemplo si pienso «hoy no tengo ganas de ver al pesado del vecino» simplemente para evitar el agobio de escucharlo y nos cuente siempre las mismas batallitas, la opción puede ser salir 5 minutos más tarde de mi casa. Todos en mayor o menor medida hacemos uso del control, el problema es cuando se convierte en una contaste estrategia para librarse del más mínimo estrés. Usando el ejemplo anterior puedo tener la costumbre de escaquearme del vecino y, posteriormente generalizar esta conducta a cualquier persona que me genere agobio. Un problema aún mayor que el ejemplo anterior puede ser la actitud manifiesta a mantenerse alejado de cualquier hombres o mujer, aunque sean bellísimas personas. Probablemente personas con este patrón tan marcado han sufrido importantes agravios en su vida que no han sabido resolver, y su mecanismo de defensa para evitar volver a sufrir es controlar a través del rechazo sistemático.
La consecuencia de no enfrentarse o no saber gestionar los miedos/malestar usando el control, siempre es la misma: el descontrol.
Controlar es natural, nuestro propio cerebro lo hace constantemente porque necesita siempre predecir con la máxima seguridad la realidad que percibimos y sentimos. A más precisión y objetividad mayor capacidad de adaptación y, por supuesto, menos gasto energético. El propio funcionamiento del cerebro nos predispone por decirlo de alguna manera a ser un poco neuróticos y a evitar los momentos de incertidumbre, por eso resulta tan complicado salir de la famosa zona de confort.
El control también es una forma sofisticada que usa el cerebro para crear una realidad supuestamente estable y evitar la sensación se me está yendo la «pinza». Es paradójico, porque lo contrario al control, la incertidumbre, es absolutamente necesaria para evolucionar y madurar como seres humanos. Posibilita conectar con nuestros miedos más arraigados y profundos, intensificando de forma significativa los niveles de estrés y desasosiego. Por eso es tan fácil intentar escapar «en menos que canta un gallo». Teniendo en cuenta lo que acabo de comentar no es bueno quedarse anclado en una creencia tan simple como: controlar es bueno, la incertidumbre es mala. La realidad es que esta frase no se puede tomar al pie de la letra, así que cuidado con creerse algunas frases mentales que nos dicen los demás o incluso nosotros mismos.